Candor de los minutos,
arrobador de los segundos,
quietud de la incertidumbre,
sombra galopante y extenuante.
¿Dónde están las horas?
Vienen y se van,
sientes que te quedas en el lugar,
averiguando cuantas te lacerarán.
Conmiseración del acicate,
ledo engalanado en momentos de hilaridad,
sumisión acertada en el instante
de la hora acercándose al óbito ultrajante.
No con esto se sienten las horas,
destrozando el interior al instante,
atisbando la saeta afilada y buida,
dejando en el paso consternación y murria.
Y es por eso que atisbamos las horas,
constatando la cicatería del tiempo,
luchando contra las mareas,
de todo lo que siempre hemos querido.
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